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Robotics: Science and Systems, el Congreso de Robótica en Zaragoza


El año pasado escuchando a Albert Lászlo Barabási en Telefónica entendí que la ciencia es hoy mucho más interdisciplinaria que nunca. Que quién estudia a los robots hacen capítulos enteros de biología estudiando a las abejas o a las hormigas. Y que quién estudia redes analiza el comportamiento de las células, de las redes telefónicas y también de las redes sociales.

Por eso cuando me enteré de que el Robotics Sciencie and Systems se realizaba en Zaragoza al principio me preocupé porque pensé erróneamente que no estaba bien difundido. Me equivoqué. Las más de doscientas entradas en Google me lo refutaron y los artículos en medios locales muy bien documentados echaron por tierra mi teoría. Aun así, eché de menos un buen Twitter, es cierto. Pero definitivamente, era lo de menos.

La Universidad de Zaragoza había organizado la recepción de más doscientos investigadores de más de veintitrés países que se dieron cita para escuchar entre otras, las conferencias de Deborah M. Gordon, reconocida por su estudio sobre las redes de colonias de hormigas que sirven de inspiración para diseñar las redes y colonias de robots; la de Christopher M. Bishop, acerca de la inteligencia artificial de tercera generación.

En la rueda de prensa, casi diez medios pero pocas preguntas. Aun así, la información, los datos, el material y sobre todo la exposición daba para mucho.

A la cabeza del Congreso, los investigadores José Neira, Juan Tardós y Luis Montano, todos miembros del Grupo de Robótica del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón, perteneciente a la Universidad de Zaragoza. Además con ellos colaboradores extranjeros como el director del Australian Center for Field Robotics de la Universidad de Sidney o la Catedrática de Neurobiótica de la Universidad de Washington, especializada en el desarrollo de prótesis robóticas para personas con minusvalías, manos y brazos conectadas directamente al cerebro, y uno de los principales ingenieros de Google, Daniel Filip.

Neira resaltó orgulloso que el de Zaragoza es el grupo de investigación en Robótica más citado en castellano y a la vista está el interés de este congreso que sin grandes esfuerzos mediáticos, ha logrado captar la atención hasta de Buenafuente que se ha dado con el gusto de poner cachirulo al robot y hacer las gracias con el tema.

De todos los proyectos que pude observar y conocer, el que más me llamó la atención otra vez, fue un proyecto que ya conocía: Brain-computer intereafce research o lo que es lo mismo, Grupo de robotica percecion y tiempo real.

Se supone que no debía sorprenderme. Hace ya dos años cuando la productora LUA MULTIMEDIA hizo la primera edición de Generación XXI en Aragón, la spin off que surgió de esta investigación, Bitbrain, llegó a la final del concurso presentado por Manuel Campo Vidal.

Sin embargo, la idea de poder enviar una orden a una máquina sin tener que escribirla o señalarla, sólo con pensarla, me volvió a cautivar.

Me quedé como los demás, observando cómo se transmitían las “órdenes” al robot que se alejaba lentamente de la sala:

– ¿De qué depende que un robot pueda responder más rápido o más lento?

Me explicaron que esos robots en particular, tiene una velocidad de 2 Km/h y que tiene sus limitaciones, de conexión y hardware, etc. Mientras lo decía, agregó algo que me intrigó:

–       “…Ah!, y a veces, depende también de la concentración de la persona

–      ¿Cómo?

–      Sí, de la concentración de la persona. Se ha demostrado que incluso las horas del día influyen en la concentración de una persona».

Fotografía de Dorian Gálvez

Javier Minguez es el científico que encontró la forma de aplicar la medición de ondas cerebrales a complejos aparatos de robótica. Que emitimos señales con la mente no es ningún secreto y que se pueden medir, tampoco lo es. Es la tecnología que se utiliza por ejemplo, para realizar un electroencefalograma o la que vimos en un capítulo de la serie House.

Los investigadores consideran que un cerebro en su pleno funcionamiento puede generar hasta 10 vatios de energía eléctrica.

Si en Zaragoza alguien ha descubierto cómo aplicar la medición de las ondas cerebrales para manejar una silla de ruedas, un elemento concreto ¿Cuánto tiempo vamos a tardar en encender un televisor a golpe de concentración? ¿Cuándo en decirle a la persona que queremos que llame? Cuánto en entender que estamos todos conectados como en el planeta que imaginó James Cámeron en AVATAR.

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2 comentarios

  1. Hola Mariela

    Me parece un artículo muy interesante. Es bien descriptivo e informativo.
    Pero me resulto curioso el planteamiento final. Si no te importa me gustaría comentarte algo que me produce mucho interés.
    Desde hace mucho tiempo que desde distintos sectores de la ciencia se viene desarrollando la capacidad para interactuar de forma más profunda con «las máquinas».
    Existe una enorme curiosidad científica por crear el «concepto final» de esta interacción y que no es otra cosa que conseguir establecer una «conexión» real con un «organismo mecánico». Pero creo que esta «conexión» sería un conexión artificial.
    Me llama la atención, sobre todo cuando existen mediciones de las ondas cerebrales como las que mencionas, que muchas veces no se dan a conocer ni parece que se preste demasiada atención a las «otras conexiones». A las que existen entre nosotros y el resto de seres de la naturaleza. A las que existen entre nosotros y la naturaleza. Es una conexión de una profundidad que hasta el momento desconocemos. Pero para muchos científicos esta conexión parece carecer de validez en cuento se mencionan conceptos como lo espiritual o lo humano.
    No pretendo detener el desarrollo científico. Pero me gustaría que ese desarrollo fuera tan legítimo como para reconocer que aún no hemos profundizado en nosotros. Que no tenemos ni la imaginación ni la capacidad para concebir lo que podemos llegar a encontrar en esa conexión.
    Y que si quizás tuvieramos la misma decisión en este plano, pues nos llevaríamos una sorpresa abrumadora. Nos haría más «conscientes» de estas conexiones. Nos haría más profundos y quizás nos «abriría» una nueva forma de ver las cosas.
    Creo que deberíamos «mirar» más hacia dentro. Aprender de nosotros. Es lo más difícil. A veces, las maquinas pueden esperar. Las conexiones artificiales pueden esperar. Todo lo que sabemos de ellas parte de nosotros. Son un reflejo. ¿Te imaginas lo que podríamos concebir si sólo fueramos capaces de ir un poco más dentro nuestro y «conectarnos» entre nosotros y la naturaleza»?. Es un desafío. Ojalá alguien este dispuesto a afrontarlo alguna vez.

  2. Tu reflexión dice muchas cosas importantes Fernando. Estoy de acuerdo aunque creo que para llegar a ese desarrollo intelectual-personal-espiritual, a esa «conexión» de la que hablas creo que también hace falta un desarrollo social conjunto. Un progreso social de las ciudades, de los grupos humanos.

    ¿Te imaginas? Una sociedad que sufra igual por sus vecinos que por los habitantes de una aldea remota…

    Quizás el desarrollo técnico y tecnológico nos ayuden de alguna manera a llegar hasta ahí.

    Un saludo

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