Exámenes

Cuando pienso en qué recuerdos tengo de los exámenes en mi tierna etapa de alumna universitaria, me vienen a la cabeza dos cosas. Quizás mañana sean otras, pero hoy, así de primeras, sólo tengo dos muy, muy claras.

La primera era la forma de estudiar. Los apuntes, las noches, el café, los ejercicios y sobre todo, la voz alta. Más del cincuenta por ciento de nuestros exámenes finales en la carrera de Comunicación en la Universidad Católica de Santiago del Estero, eran orales. Teníamos que explicar los principales puntos de la Propedéutica de la Comunicación, de la Psicología de la Comunicación, de la Teoría del Periodismo de forma oral, dar ejemplos, relacionar. Hablar de las noticias y encontrar un valor a los contenidos aprendidos. Teníamos que expresarnos con mucha claridad y seguridad.

Otro recuerdoque tengo muy nítido es el único examen en el que fracasé (seguro que son muchos más, pero yo sólo recuerdo claramente, uno). Había estudiado tanto que cuando leí la primera pregunta y no tuve claro cómo empezar, decidí levantarme. Os sonará rarísimo pero quería una nota acorde a todo el esfuerzo que había dedicado a aquella asignatura: Pensamiento Político y Social Contemporáneo. Recuerdo incluso la pregunta: ?Explique el conflicto en los Balcanes…? ¡¡Dios!! Una de las mejores profesoras que tuve, le llamábamos ?Leni? me miró sin poder creérselo:

– ¿Se va? ¿Pero cómo? Lea, al menos el resto del examen.

Yo temblaba. No me lo podía creer, no sabía ni por dónde empezar el tema. Era verano hacía un calor tremendo y comenzó a llover. Al mismo tiempo, cortaron la luz y en la sala sólo se escuchan los murmullos de mis compañeros festejando casi, aquel golpe de suerte que obligaba a suspender unos minutos el examen.

– Mariela, ¿estás segura? Seguro que apruebas?

Yo sabía que sí, pero quería más. Quería que aquella profesora que nos explicaba lo que sucedía en el mundo, que nos obligaba a leer, a esforzarnos, descubriera que me gustaba especialmente esa asignatura. Quería demostrar que sabía, que había estudiado y eso, sin saber cómo empezar a escribir el conflicto de los Balcanes, era imposible?

Me marché. Hoy no estoy tan segura de aquella decisión. En mi libreta amarillenta de aquellas épocas, tengo una nota final de la asignatura (en otra fecha), pone: 9 (Sobresaliente). Sin embargo, de ese examen no me acuerdo. De aquel en el que salí airosa, ni siquiera sé si era verano o invierno si fue otra vez escrito o terrible, como solían ser los orales.

Mucha suerte.

M.

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