El final de la etapa Romareda

Alfonso Pardo

Hoy no puedo evitar tener sentimientos enfrentados. Para nosotros, los profesores, hoy es nuestro último día de trabajo en el centro de formación de la CAI donde entre todos hemos visto nacer y dar sus primeros pasos a la Universidad San Jorge.


Todos recordamos la primera vez que entramos en este edificio; la primera vez que oímos hablar del proyecto universitario al que se nos invitaba a participar. Sabíamos que la ubicación era provisional, pero en estos dos años hemos hecho de este edificio nuestra casa. Sí, vale, una casa algo pequeña para un proyecto que ha ido creciendo más de lo que algunos imaginábamos. Pero lo cierto es que con imaginación, esfuerzo y mucha ilusión, el tiempo ha sido productivo y al final, ha pasado volando.


¿Y qué podemos decir de Manuel, Eugenio y el resto del personal de la CAI que nos ha atendido durante todo este tiempo? Su trato excelente y cercano hace que nos cueste dejarlos atrás en nuestra marcha, pues ellos también han sido, son, parte de la familia que ha puesto en marcha con toda su ilusión la USJ.


Recuerdo cuando estabamos en aquella carpa en aquel erial a la entrada de Villanueva y el rector nos explicó a todos como iba a ser el campus universitario. Entonces, aquello era un sueño lejano, pero invariablemente, siempre ocurre, el destino acaba por alcanzarnos, y aquí estamos ahora, a punto de ir a nuestra nueva casa.


Ahora los espacios de la que ha sido nuestra casa se encuentran extrañamente deshabitados, y transmiten una cierta sensación de desolación, de abandono: la sala de profesores, las clases, la secretaría, las escaleras, o la biblioteca, todos ellos son ahora lugares vacíos. Y el bullicio de estos pasados cursos es solamente un recuerdo.


Efectivamente, todo esto tiene un punto de nostalgia evidente, pero forma parte de la evolución natural de las cosas. Nos vamos. Y curiosamente los nuevos edificios que nos aguardan en Villanueva son sólo eso: cemento, acero y ladrillos. Espacios vacíos hasta que todos nosotros los llenemos de vida.


En estos momentos es cuando uno se da cuenta de que la universidad somos nosotros: alumnos, profesores, y todo el personal que formamos la sangre, el músculo y el nervio de la institución. La USJ existirá allá dónde nosotros estemos. Y este adiós, no es más que un nuevo comienzo, una metamorfosis, como el de la oruga en mariposa o polilla. Dejamos atrás nuestro estado de larva, de renacuajo, sufrimos la crisis de la transformación y dentro de unos meses la universidad, y con ella nosotros mismos, habrá crecido. Y estaremos inmersos en nuevos proyectos, seguros que fascinantes.

Y si no, al tiempo…

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2 comentarios

  1. Siempre añoraré el edificio prestado de la CAI…Sus escaleras, sus paredes, sus inquietantes pasillos, su proximidad a mi casa. Todos esos recuerdos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Eso sí, hasta que lleguemos al campus de Villanueva y nos obliguen a realizar un «sospechoso chequeo médico», en el que seguramente nos borraran la memoria, y por consiguiente el recuerdo de este edificio.
    No puedo continuar más con el comentario, es que se me saltan más las lágrimas que con el recuerdo de pagar por ver «Epic Movie».

  2. Lo echaré de menos yo también. Quizá no las sillas. O las mesas. O la conexión a Internet. Pero echaré de menos los buenos momentos que allí he vivido. Puede que sólo lo haya pisado durante unos nueve meses. Pero se le ha cogido cariño. Ojalá ese mamotreto que teníamos enfrente (que creo que se convertirá en un centro comercial) se hubiera convertido en un nuevo campus para la USJ.

    Pero bueno, comenzamos una nueva etapa, en un espacio más amplio y con la oportunidad de sacarle mucho más partido. Y sino, todos podemos volver al antiguo edificio, cambiarnos el nombre por Raimunda, cambiarnos la voz por la de Estrella Morente y emular la (magnífica) escena de Pe Cruz… «volveeer con la frente marchita»…

    Por cierto Nacho, con el tráiler de «Epic Movie» creo que estabas más que avisado tío…

    UN SALUDO

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