Mientras el Gobierno de José Luis Zapatero había trabajado una línea de respeto y diálogo con los Gobiernos Latinoamericanos, el Gobierno del PP criticó abier-tamente esa línea como opo-sición y ya cuando le tocó Gobernar intentó “enderezar” lo que creía tenía que ser la relación con Latinoamérica. Una relación paterna-lista, ambigua y sobre todo arcaica que no favorecía ni a unos, ni a otros.
Relación cultivada antaño, todo hay que decirlo también, por un bloque Latinoamericano siempre desintegrado, pasivo y sin políticas conjuntas. Con gobernantes corruptos y cortoplacistas que no pensaban en la economía general, menos en la global y mucho menos en el bien común de sus Gobiernos.
Eso, ha cambiado. Y buena parte de España e incluso de la oligarquía tradicional Latinoamericana, se ha dado cuenta tarde del cambio. Argentina está alineada en un contexto global en el que a ningún país con riquezas naturales permite tener que importar (pagar a otro país) por esa misma riqueza. ¿O alguien se imagina a España privatizando sus viñedos y pagando más por su propio vino pero con etiqueta francesa?
Cuando hablamos de YPF hablamos de una compañía que entre 1998 y 2011, redujo su producción de petróleo. La producción general total de Argentina cayó en 15,9 millones de metros cúbicos (de los cuales 8,6 millones fueron responsabilidad de Repsol YPF) y la compañía fue responsable del 54 % de la caída de la producción de crudo y del 97 % de la caída de la producción de gas. A pesar de eso, durante 2011, Repsol YPF tuvo ventas por 13.730 millones de dólares. Ese mismo año, Argentina tuvo que importar combustibles por 9.397 millones de dólares, con un resultado en su balanza energética negativo en 3029 millones de dólares. La pregunta que todavía sigue en el aire es ¿Cómo hizo la compañía para aumentar sus ventas, si bajó su producción y niveles de reservas? Vía P12
Las cifras no dejan lugar a dudas, al margen de los datos, sí se pueden hacer observaciones acerca de la forma, del tono, del discurso, todo muy subjetivo; se puede patalear, vociferar y enfadarse… ¿Justo ahora nos tiene que pasar esto en España?
El papelón internacional de España alineado con el Fondo Monetario Internacional, con poco espacio para el apoyo internacional, con una imagen cerrada a los valores sociales y morales de modernidad y progreso que había proyectado el Gobierno socialista de Zapatero le hace ajeno, duro y retrógrado.
La imagen de Mariano Rajoy al lado de uno de los presidentes más cuestionados entre los mismos presidentes Latinoa-mericanos, Felipe Calderón, frente a un país donde mueren al día más personas que en los países en guerra, un país en caos social donde el tráfico de mujeres y la droga son el pan de cada día, ese es el país que defiende y saca la cara por España.
La guinda ha sido la ley contra las manifestaciones y la participación ciudadana, el recorte de derechos laborales y la incipiente campaña contra Argentina como colectivo a suerte de “venganza social” muy propia de la tradicional lucha ideológica mediática entre derecha e izquierda en España.
Esto es otra cosa, señores y señoras. Es un nuevo orden internacional, una nueva mentalidad de participación global, nuevos valores de solidaridad y austeridad, ajustadas a la forma en la que se vive en el mundo. España, años atrás a la vanguardia de este pensamiento ahora, no puede retroceder, en definitiva en defensa de los intereses de una empresa privada.
Me pregunto si se habría llegado a esto si la comunicación con los países Latinoamericanos habría seguido siendo una prioridad en la política internacional española con el respeto hacia sus Gobiernos democráticos.